miércoles, 3 de junio de 2009

crisis de los 30 o el despertar de la lechera


Siempre me ha parecido una tontería ese tipo de crisis de las que todo el mundo habla al cambiar de década. Nunca me he identificado demasiado con la edad que tengo y me encanta cumplir años (sobretodo las fiestas de cumpleaños!!).

La mayoría de la gente (según he leído) se dan cuenta en la crisis de los 30 de que el esquema principal de su vida ya está construído: profesión, lugar de residencia, pareja... y de repente se agobian pensando que todo va a seguir igual hasta la jubilación.

Mi caso es todo lo contario. No hay absolutamente nada definido.

A los 28 conocí a David y aunque nunca he creído en los parámetros de la pareja estable, él me convenció. El reloj biológico se activó y por primera vez pensaba en tener niños y ¿por qué no?, profundizar en una relación, construir algo juntos...

Se acercaban los 30 y todo tenía sentido, la nueva década me proponía una nueva forma de vivir para la que me consideraba preparada. Y David parecía la persona perfecta para eso. Demasiado perfecta. ¿Crisis de los 30? ¡¡¡qué tontería!!! Mi vida comenzaba a definirse.

Pero él se marchó la víspera de mi trigésimo cumpleaños...

Parecía una broma.

O más bien una prueba existencial....

Desde pequeña siempre he vivido proyectando mi futuro, como si mi vida tuviese que ser una novela perfecta en la que todo encaja... la mejor novela posible, al fin y al cabo vida no hay más que una y hay que ocuparse de que nos quede bonita...

De la adolescencia hasta el final de la década de los 20 todas las proyecciones son posibles, todas la puertas están por abrir, el éxito por llegar y los hombres más interesantes por conocer...

¿Qué ocurre a los 30?... que ya no todas las puertas te resultan posibles, que sabes que el éxito profesional no tiene por qué llegar y sobretodo, que no hay tantos hombres interesantes.. Dios mío, no los hay!!! Intuyes que tienes que elegir uno de los caminos si no quieres quedarte siempre en el mismo círculo indefinido.... y lo curioso es que por primera vez sientes que la decisión no está en tus manos... que dependes absolutamente de las circuntancias, de las decisiones de los demás, de las inercias de los caminos que emprendiste...

Tenía que tomar una decisión... elegir por fin algo concreto y centrarme en ello.

Lo único que tenía claro unas semanas antes de mi cumpleaños es que iba a cambiar de vida: vivir con David, crear un proyecto de granja ecológica en Chequia, conseguir el dinero, tener hijos....

Esa era mi decisión y a pesar de las dudas me mantendría firme...

Pero David se marchó a crear otro proyecto con otra persona....

El abismo se abrió bajo mis pies... ¿y ahora qué hago yo?...

No fueron David y su perro los únicos que se marcharon aquella mañana: se fueron la granja ecológica, la maravillosa vida en el campo, más perros, caballos, las dos niñas rubias de ojos verdes que habían nacido en casa por parto natural, la seguridad de una vida estable, la Fanny y el David ancianos e iluminados meditando frente a la chimenea, los ciervos, los pajarillos, la nieve a través de la ventana, la felicidad, la esperanza, el amor.... las ilusiones....

Las ilusiones.... ilusorio es también sinónimo de falso, de ficticio...

Imagino la cara que se le quedó a la lechera cuando el cántaro se estrelló contra el suelo...

¿Pero tuvo la piedra la culpa de todo?... creo que si la lechera hubiese estado atenta al camino en lugar de andar fantaseando con granjas ecológicas nunca hubiese tropezado... y si de todos modos el cántaro se acaba rompiendo, sólo hubiese tenido que lamentar la pérdida de un litro de leche...

Por eso he tardado justo un año en recomponerme... no he tenido que desapegarme de un hombre al que amaba sino de toda una vida ficticia en la que yo coloqué mi felicidad... ¡¡¡menuda crisis!!!