viernes, 6 de diciembre de 2013

No hay fruto hasta que no muere la flor


No hay fruto hasta que no muere la flor. 

Hasta que la ilusión del enamoramiento no desaparece, no es posible el amor...

Sólo cuándo caen los velos de las expectativas y las ideas preconcebidas,
se puede amar con libertad...


Sólo tras abrazar la belleza y la sombras, 
tras vivir en la alegría, el hastío y la enfermedad, 
compartiendo las horas de insomnio y los sueños dulces...
las amenas charlas y las discusiones tensas.

Cuando se han hecho añicos todas las imágenes,
cuando besas al sapo sin desear que cambie, 
cuando prefieres un menú donde no haya sólo perdices...
cuando aceptas la realidad...

Hasta que no hayas integrado el último recoveco de tu ser,
hasta que no te entregues sin miedo a la existencia
hasta que no alcances el éxtasis de tu propio néctar, 

no podrás amar...



"Cada flor tiende a ser fruto, 
cada mañana tiende a convertirse en noche, 
nada hay eterno en esta tierra, excepto el cambio o la huida. 

También el verano más hermoso quiere sentir alguna vez el otoño y lo marchito. 
Permanece, hoja, quieta y con paciencia, si intenta el rapto alguna vez el viento. 
Juega tu juego sin nunca defenderte, deja que tranquilamente ocurra, 
y por el viento que te arranca déjate soplar hacia tu casa.
Herman Hesse