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No sé por qué elijo relaciones, trabajos y formas de vida en las que tengo que estar en movimiento todo el tiempo, en las que no me puedo acomodar; historias que pueden terminar en cualquier instante.
Viniendo de una familia y una infancia muy estables conscientemente busco la permanencia, la consolidación, el compromiso...
Sin embargo, la vida me trae un aprendizaje de constante desapego...
Quizás es que aún no aprendí la lección.
Quizás es que no hay otra manera.... la permanencia es una ilusión y yo he decidido liberarme de todas las ilusiones que pueda....
Tarde o temprano, te enfrentas a una despedida, a un final: te dejan de amar, dejas de amar, cambias de ciudad o país, la relación termina, las personas mueren, tú mueres.... Tarde o temprano todos experimentamos el desapego, el fin, la muerte en cualquiera de sus facetas.
Tarde o temprano descubrimos que la vida es sólo un momento que normalmente no disfrutamos lo suficiente por esa necesidad constante de que todo dure para siempre...
Es posible que el ser humano necesite algunas ilusiones que le aporten seguridad para poder vivir mejor...
No lo sé... sólo sé que no importa cuán profundo sea un compromiso, cuantos papeles haya de por medio, ni cuantas expectativas, planes o anhelos tengas.... el amor, la vida, sólo es posible en este momento.
La infancia es el tiempo de aprender los patrones de los padres, de grabar todos esos programas en tu disco duro, de asentir y buscar la aprobación.
La adolescencia es la fase del anti-patrón, de la rebeldía contra lo que has aprendido... aún no es posible ser uno mismo, sólo somos una reacción.
En la juventud toca probar otros patrones, experimentar, arriesgarse, equivocarse, cometer locuras porque lo único que te importa es hacer algo nuevo, diferente.
Supongo que la madurez es el tiempo del reconocimiento de tí mismo, cuando empiezas a tener claro al menos, qué es lo que no quieres... empiezas a darte cuenta de que quizás tus padres no estaban tan equivocados como pensabas... pero sus valores tampoco te sirven del todo... es la época en la que dejas de mirar tanto hacia afuera y empiezas a conocerte un poco... cuáles son tus necesidades, cómo funcionan las emociones, cuáles son tus películas mentales habituales... puedes repasar un poco tu historia de vida y aprender de tus errores, perdonar y pedir perdón, comprenderte y comprender a los demás, amarte quizás por primera vez y amar a los demás de una forma más desapegada, asumes tu responsabilidad en todos los aspectos de tu vida ... te vuelves más egoísta en las que cosas que conciernen a tus necesidades y absolutamente altruista, tolerante y compasivo con respecto a los demás... empiezas a tener criterio propio, a elegir, a seleccionar... cuando no te importa mucho tener razón o no, sino más bien ser consecuente, ser tú mismo, caminar por tu propia senda...
Imagino que después viene el tiempo de la sabiduría... cuando puedes comprender la vida como proceso global y a tí mismo como parte de ese proceso... en el que la emoción predominante es la gratitud de haber podido pasar por todas las fases, en el que debiéramos iluminarnos... porque esa es nuestra naturaleza...
Estas fases no siempre están conectadas con la edad biológica... conozco personas adultas que aún están en la etapa de la infancia, siguiendo el patrón de sus padres, buscando su aprobación a ciegas sin plantearse si es eso lo que realmente quieren.... adolescentes de 50 instalados en el anti-patrón, tratando aún de demostrar a sus padres (estén vivos o no) lo equivocados que estaban. Y jóvenes seniles que siguen probando, experimentando, repitiendo errores una y otra vez, dejándose guiar por opiniones ajenas, sin posicionarse, sin conocerse, sin saber quiénes son ni qué quieren de la vida...
Aunque estas fases son un proceso natural que se alargan más o menos en función del tipo de sociedad en el que vivimos parece que muchas personas se estancan en alguna de ellas porque son pocas las que llegan a la fase de la sabiduría... y muy escasas las que se iluminan, tengan la edad que tengan...