domingo, 17 de enero de 2016
¿Por qué el mayor enemigo de las mujeres son las propias mujeres?
Estoy alucinada.
Una mujer con su bebé sale en las noticias.
¿Y quienes hacen las críticas más duras?, ¿quiénes se ensañan expresando públicamente cómo deberían o no deberían ser las cosas?, ¿qué se supone que las madres tienen o no tienen que hacer? ... ¡¡las propias mujeres!!
Señoras, nos hemos pasado siglos luchando con una imagen y una forma de vida limitada impuestas desde fuera... y ahora que comenzamos a poder elegir cómo cada una queremos vivir sólo recibimos críticas de las otras mujeres.... de la madre, la suegra, la vecina del quinto o las conocidas de facebook....
Cuando era pequeña pensaba que si las mujeres gobernasen no habría guerras, ya que las mujeres siempre han estado más interesadas en la vida, el bienestar y la supervivencia que en la competición o la demostración de poder... La energía femenina está más conectada con la comunicación, el apoyo entre iguales y la ayuda mutua. La competición, el empeño en llevar la razón, el deseo de poder para aplastar al otro, lo relaciono con la energía masculina.
Es cierto, que todos, tanto hombres como mujeres, tenemos ambas polaridades de la energía: todos podemos ser tolerantes o competitivos dependiendo de la situación. Sin embargo tendemos a expresar más un lado de la energía que otro (y no siempre depende del tipo de genitales que tengamos entre las piernas). Hay mujeres con predominancia de energía masculina y hombres con más tendencia a lo femenino.
El asunto clave es que este sistema en el que vivimos es masculinizante: fomenta en todos la crítica, la competición, la lucha por el poder y el paternalismo (yo sé lo que es lo mejor para los demás). Y la mayor parte de las mujeres, en la lucha por la igualdad, por ser aceptadas por el sistema se han despojado de su predominancia de la energía femenina y han interiorizado la lucha constante.
Cuando una mujer le dice a otra cómo tiene que vivir es cuando me doy cuenta de que el capitalismo, el patriarcado o, como queramos llamarlo, ha vencido... Nos ha dividido en dos.
Primero nos ha separado de nosotras mismas. En lugar de escuchar nuestra intuición y nuestro instinto tendemos a creernos las teorías que vienen de fuera (la mayor parte de ellas, por cierto, enunciadas por hombres).... creando luchas internas que nos llevan al desconcierto, a la depresión, a la ansiedad.... de manera que ya no sabemos ni siquiera qué es lo mejor para nosotras mismas y si lo intuimos, nos juzgamos y nos cuestionamos de una forma brutal. La mayor parte de las mujeres que conozco tiene una paupérrima autoestima que procede de esta desconexión consigo mismas.
En segundo lugar nos ha separado de las otras, nos hemos convertido en las madrastras de nuestras compañeras creyendo que podemos juzgar a las demás, que sabemos vivir mejor que ellas... quizás porque nos sentimos tan mal con nosotras mismas que necesitamos pisotear a las otras para sentirnos un poco mejor.
Creo que nos estamos perdiendo. Creo que es necesario rescatar esa esencia femenina y empezar a colaborar y a ayudarnos.
Si tu hermana quiere llevar el bebé al trabajo para poder amamantarlo, deberías apoyarla.
Si tu hermana quiere dejar el bebé en una guardería porque necesita centrarse en su trabajo, deberías apoyarla.
Si tu hermana quiere tener 5 hijos, deberías apoyarla.
Si tu hermana no quiere tener hijos, deberías apoyarla....
Si de verdad quieres ayudar a una mujer, invítala a conectarse consigo misma de manera que pueda decidir a través de sus necesidades internas no de las imposiciones externas. Ayúdala a ser coherente consigo misma, pero una vez que decida, no eres quién para cuestionarla, ¡apóyala!
La vida ya es bastante complicada, todas buscamos lo que es mejor para nosotras, cada una somos diferentes y tenemos distintas visiones y necesidades.... Pero tenemos un objetivo común: que las leyes, las estructuras, el sistema en general nos permita llevar a cabo la vida que cada una necesitamos.
Y ese objetivo también es común con los hombres: que los sistemas que creemos nos ayuden a todos a ser más libres y poder elegir las formas de vida que estén en mayor sintonía con nuestro interior.
No sé vosotras, pero yo no quiero luchar más. No quiero competir. No quiero juzgar. Quiero ayudarme a mí a ser más yo, a las mujeres y a los hombres a ser ellos mismos.... estamos todos en el mismo barco.
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