lunes, 13 de octubre de 2008

Y los sueños, sueños son...

"El sueño es, en cierto sentido, porque tú lo sueñas. Y no es, en un sentido diferente, porque no se corresponde con la realidad. Sueñas por la noche que te has convertido en un rey y por la mañana descubres que sólo eres el mismo mendigo de siempre. El sueño era falso, pero era, así que tiene una cualidad verdadera en él, porque ha ocurrido. Y en los momentos en los que estaba ocurriendo tú creías absolutamente que era verdad, o de otra forma habría cesado inmediatamente.

Si te vuelves consciente de que «estoy soñando, esto no es real», el sueño se rompe, ya estás despierto. El sueño ocurrió durante unas horas; tiene una cualidad verdadera, que ha existido. Pero no es verdad porque por la mañana descubres que no fue. Fue sólo un pensamiento, una burbuja en el aire, una flor en el cielo; algo aparentemente verdadero pero que no lo era.

La verdad es, lo falso no es, y entre ambos hay un mundo de sueños que conlleva la cualidad de ambos. La mente es el origen del soñar, así que la mente es ilusoria. La mente es el origen de todo maya.

Puedes creer que si dejas el mundo y te vas a los Himalayas alcanzarás la verdad. Te equivocas, porque tu casa no es maya, tu mujer no es maya, tus hijos no son maya; no. Tu mente es maya. ¿Cómo vas a dejar aquí tu mente e irte a los Himalayas? La mente está dentro de ti. Si puedes dejarla, puedes dejarla en cualquier lugar. Si no puedes dejarla, no puedes dejarla aunque te vayas a los Himalayas.

A la mujer, a los hijos, a la casa, al mundo, se le llama maya, ilusión, en un sentido secundario; porque la mujer existe, ella tiene un ser. Ella es Brahma en sí misma, ella es la verdad; no como esposa sino como alma.

Tu mente la interpreta como esposa: «Ella es mi esposa». Entonces se crea un sueño. Ella está ahí, ¡absolutamente cierto! Tú estás aquí, ¡absolutamente cierto! Y entre ambos ocurre un sueño. Tú la llamas tu esposa, y ella te llama su marido. Ahora existe un sueño entre los dos, y los sueños siempre se convierten en pesadillas. Así que todas las relaciones al final se convierten en pesadillas, porque no puedes tolerar una ilusión durante mucho tiempo. La ilusión es algo temporal; y tarde o temprano tiene que desaparecer. No puede ser eterna, no puede ser permanente.

Amas a una mujer y se crea un sueño. Pero ¿cuánto puede durar un sueño? En el momento que se acaba la luna de miel, el sueño se ha acabado; aun antes. ¿Qué harás entonces? Entonces fingirás, porque ahora eres un esclavo de tus propias promesas.

Fingirás que todavía amas. Todavía seguirás fingiendo: «Qué hermosa eres»; seguirás fingiendo: «No existe nadie como tú».

Pero ahora todo será fingido. Y cuando finges, cuando el sueño se ha roto y todavía continúas con el sueño, el sueño se vuelve una carga, y muy pesada. Por eso vives con tanto sufrimiento.

El sufrimiento no es otra cosa que sueños rotos, arco iris rotos, ilusiones rotas, apariencias. Pero has invertido tanto en ellos que no puedes ver la verdad: que eran sueños desde el principio.

Y en vez de ver la verdad echarás la culpa al otro. Dirás: «Esta mujer me ha engañado. No era tan buena como aparentaba ser. Me ha engañado, no me mostró su verdadera realidad». Y no te darás cuenta de que esa no es en absoluto la cuestión. Tú fuiste quien creó un sueño en torno a ella, y debido a ese sueño no pudiste ver la realidad. Ella también estaba creando un sueño en torno a ti.

Así que siempre que dos personas se enamoran, no hay dos personas sino cuatro: el amante, el amado y, entre estos dos, el amado creado por la mente del amante y el amante creado por la mente del amado. Estos dos últimos son sueños, estos dos van cambiando.

Tarde o temprano, cuando el sueño se rompa, seréis dos no cuatro. Siempre que seáis dos habrá dificultades. Entonces te gustaría volcar la responsabilidad en el otro: «Es por el otro». Y de nuevo vuelves a no darte cuenta de la cuestión. Esto quiere decir que crearás el mismo sueño en torno a otra mujer, porque pensarás: «Esta mujer no me va a engañar, y además ahora soy más listo».

Pero la mente nunca es lista. La esencia de la mente es la estupidez, así que nunca puede ser lista. Puede ser astuta, astuta en su estupidez, pero nunca puede ser sabia. Esa no es su naturaleza, porque la sabiduría sólo llega cuando el soñar desaparece. Así, si soñar es la realidad básica de la mente, esta nunca puede ser sabia.

Un buda es sabio porque ya no tiene mente. Vive desde la no-mente: todos los sueños han cesado. Ve las cosas tal como son. Tú nunca ves las cosas tal como son; las mezclas con tus ilusiones y tienes miedo de mirar directamente porque sabes, inconscientemente, en algún lugar profundo de tu ser, que las cosas no son como tú las ves.

Pero crees que ver la realidad de las cosas será demasiado, demasiado duro; puede que no seas capaz de soportarlo. La mezclas con sueños para hacerla un poco más dulce. Piensas que es amarga, así que la cubres con una capa de azúcar. ¿Crees que si en sueños cubres a una persona con azúcar se volverá dulce? No, sólo te estarás engañando a ti mismo, a nadie más. De ahí tanta desdicha.

La infelicidad ha sido causada por tus sueños, y uno tiene que ser consciente de este fenómeno. No vuelques la responsabilidad en el otro, de ser así crearás otros sueños. Date cuenta de que quien proyecta eres tú, pero es difícil darse cuenta.

En una sala de cine, tú miras a la pantalla, nunca miras hacia atrás; pero el proyector está a tu espalda. La película en realidad no está en la pantalla; en la pantalla tan sólo hay una proyección de luces y sombras. La película está justo detrás de ti, pero nunca miras hacia allá, y allí es donde está el proyector.

Tu mente está detrás de todo esto, la mente es el proyector. Pero tú siempre miras al otro porque el otro es la pantalla. Cuando estás enamorado de alguien, esa persona te parece hermosa, no tiene comparación. Cuando odias, esa misma persona te parece horrible pero nunca te das cuenta de cómo la misma persona puede ser la más horrible y la más hermosa.

Cuando estás enamorado, la otra persona es una flor, una rosa, un jardín de rosas sin espinas. Cuando no te gusta, cuando la odias, las flores desaparecen, sólo quedan las espinas, ya no es un jardín (el más feo, el más sucio, algo que ni siquiera quieres mirar). Y nunca te das cuenta de lo que estás haciendo. ¿Cómo es que las rosas desaparecen tan deprisa, en sólo un minuto? Ni siquiera tarda un minuto. En este momento estás amando y al siguiente estás odiando; a la misma persona, a la misma pantalla, toda la película cambia.

Simplemente observa y serás capaz de ver que la otra persona no es la cuestión sino que tú estás proyectando algo. Cuando proyectas amor, la persona te parece estupenda; pero cuando proyectas odio, la persona te parece horrible. No se trata de la persona; en realidad no has visto a la verdadera persona. No puedes ver la realidad a través de los ojos de la mente."


Osho, "El libro de la Nada".

domingo, 12 de octubre de 2008

Si hay ego, no es posible el amor


El ego es la imágen que tenemos de nosotros mismos.
La máscara o el personaje que hemos ido construyendo a lo largo de nuestra vida.
Somos un género, un nombre, una profesión, un carácter basado en experiencias pasadas, unas ideas acerca del mundo... Creemos que eso es algo fijo, estable...

Pero no son más que pensamientos, memoria...
Si mañana quedases amnésico en un accidente, ¿quién serías?...

Tener ego no es malo, todos necesitamos una identidad para vivir en el mundo, necesitamos un personaje para salir a escena. Pero, ¿qué nos ha pasado?...
El actor se ha confundido con el personaje. Ha terminado la función, se han apagado los focos y el actor, convencido de que es Hamlet, regresa a su casa con una calavera en la mano; cuando su esposa le pregunta qué quiere para cenar, él responde: "
ser o no ser: he aquí el problema"...
pensaríamos que el pobre hombre se ha vuelto loco. Sin embargo, es así como nos comportamos todo el tiempo. Es una especie de locura colectiva.

El ego, ha pasado de ser una herramienta de supervivencia a tomar el mando de nuestras vidas...

El otro día quedé con alguien.
La primera vez que quedas con una persona es fácil identificar el ego. Como aún no la conoces la mente se encarga de crear una imagen en función de lo que va viendo.... y lo peor de todo, te mantiene presa todo el tiempo en tu propia imagen de tí misma...
De manera que no están interactuando dos personas... sino que cada una interactúa con sus imágenes mentales. La relación no es real... son sólo pensamientos... Bueno, para algunas personas son imagenes mentales , para otras es una eterna vocecilla que juzga todo el tiempo: "esto me gusta, esto no", "esto encaja, esto no"... pero seguimos estando en el plano mental.

De vez en cuando me hacía consciente, podía observarme comportándome de un modo estúpido, pero no era capaz de pararlo... el personaje me había poseído....

Tenía algunas sensaciones intuitivas con esa persona, pero como no encajaba en mis imágenes mentales la rechazaba todo el tiempo...

Afortunadamente después he podido conocerlo un poco más para comprobar que mi intuición no se equivocaba acerca de la sintonía que tenemos... pero mi mente, mi personaje, se equivocó todo el tiempo y casi me pierdo la oportunidad de conocer de verdad a una persona extraordinaria...
Cuando nos mantenemos en el ego no podemos reconocer a los seres que realmente se encuentran cercanos a nosotros independientemente de cómo vivan , a qué se dediquen o qué piensen... elegimos en función de cualidades externas y creo que por esa razón fallan tantas relaciones...

No puede haber conocimiento, entrega, aprendizaje, pasión.... Amor.... si las relaciones son entre imágenes...
Sólo puede existir cuando nos desindentificamos con el ego, cuando tenemos la mirada limpia para ver quien tenemos enfrente tal cual es...
cuando nos entregamos sin pasado, sin nombre, sin expectativas...
Para Amar sin ap-ego es imprescindible ser consciente del ego y no dejarse llevar por él.

viernes, 3 de octubre de 2008

Cómo ser un buda en 48 horas

Leí en alguna parte una frase de Buda muy curiosa.
Decía algo así como que si dedicásemos a la meditación la misma energía y tiempo que empleamos en las relaciones amorosas y el sexo, todos seríamos budas iluminados en pocos años...

Es para pensárselo.

jueves, 2 de octubre de 2008

La vida no está en otra parte


He pasado parte de mi vida como el hombre perro de la portada del libro de Kundera. No porque sea mu perra (que lo soy), sino por observar el mundo desde mi ventana pensando que la vida siempre está en otra parte.

No sé por qué todo el mundo da tanto valor a los sueños. Parece como si perseguir un ideal fuese la única batalla digna de ser librada y los buscadores de sueños los únicos héroes. Por eso siempre me he sentido valiente y fuerte, por eso no importaba sufrir o vivir precariamente: sabía que un día conseguiría aquello que anhelaba.

Al final es cierto que he conseguido realizar la mayoría de ellos
(menos el de ser famosa, je je , aunque ya entendí en otro libro de Kundera que lo que perseguía en el fondo era la Inmortalidad).

Sin embargo, cuando vives aquello que has soñado te das cuenta de que no tiene nigún sentido. Que lo que te hacía feliz era la imagen mental de la situación, no la situación en sí misma.
Y que en realidad has perdido muchos momentos de tu vida soñando y buscando algo que no tiene la mayor importancia.

Creo que en las relaciones tenemos la misma tendencia. Buscamos a un ser predeterminado en nuestra mente. Alguien con estas, estas y estas otras cualidades y mientras, escaneamos a todos las personas que vamos conociendo a ver si encajan o no. Si de repente.... bip, bip, bip.... suena la alarma del escáner, entonces nos abrimos a esa persona proyectando todas las cualidades que deseamos en ella.

Como las hormonas hacen su trabajo con el enamoramiento y el sexo sin dejarnos ver la realidad, sólo al cabo del tiempo nos damos cuenta de que esa persona no es lo que queríamos, nos decepcionamos y tenemos otro "desengaño amoroso".

Pero el problema no son las relaciones, ni los hombres, ni las mujeres...
el problema son nuestras imagenes mentales que por un lado, nos impiden conocer de verdad a las personas que tenemos cerca y por otro, nos hacen desear una realidad que no existe.

La vida no tiene por qué corresponderse con lo que pensamos sobre ella. ¿Qué culpa tendrá este infinito y perfecto universo de que no se satisfagan nuestros insignificantes caprichos?.

Creo que la vida real no es aquella que está en nuestra mente en el pasado o en el futuro, sino en ese instante eterno que es el presente.

De igual modo no existe la relación perfecta o la persona perfecta. No importa si estamos solos, si tenemos pareja... Lo esencial es liberarse de toda imagen mental que nos aleje de la realidad.

El sufrimiento está en anhelar que las cosas sean diferentes de como son.